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Bobby Wain

Imagen extraida del video en youtube

 

No todos los días encontramos el vídeo de una canción producida por un músico cordobés en Dublin.
Se trata de el primer trabajo que llevó a cabo Pepe Atance, junto a otros músicos y artistas irlandeses, para Bobby Wain, un cantante emergente en esos años que confió en el buen hacer del músico cordobés en varias ocasiones.
Esta que hoy nos trae fué la segunda vez que colaboraban, ya que la primera consistió en un tema que saldría editado en una recopilación de grupos irlandeses llamada Signals y de la que no existe copia, grabada íntegramente en el estudio personal de Atance y masterizada en un conocido estudio en pleno Temple Bar de Dublin.
El tema «I Won’t Let You Down», originalmente de PH D, fué la cara A del CD, siendo un tema propio » I Believe» la cara B.
Se grabó en 1991-92 en los estudios de Michael Browne con la aportación de Paul White un eminente abogado que amaba la música, en los teclados y Dylan Macaulay. 
Las voces y masterización se hicieron en los estudios Bow Lane,  con Hugh Drumm como ingeniero de sonido y donde grabaron artistas como Def Leppard, Sinead O’Connor, U2

Los coros son obra de Suzanne Browne y en el vídeo aparecen amigas como Jennifer Fitzgerald e Ivanna.
Aquí os lo dejamos para, esperamos, vuestro deleite, más que nada por cuestión de documentación, ya que en 1992 no era fácil grabar un vídeo clip en el formato que se hizo y mucho menos digitalizarlo.

Siguiendo con los recuerdos y anécdotas de las vivencias en Dublin, recordé un detalle curioso.
Llevaba ya unos apasionantes 6 o 7 meses convertido en el Dj residente del famoso Pink Elephant, club que solía ser visitado por las estrellas del rock de las que iremos haciendo mención así me vaya acordando, y ya había aprendido que quien mandaba en la sala, aparte del manager que en esos momentos era mi buen amigo Ian Campion, era el jefe de puerta o head bouncer, que entonces era Steve, un gigante de 2 metros vistiendo elegante tuksido, de origen indio-canadiense y que había sido estrella de la liga de hockey sobre hielo de ese país. El se encargaba de recordarme todas las noches que debia poner la ultima canción con un gesto peculiar, llevandose la mano a la garganta como diciendo, corta!. y con su elegante vestimenta lanzaba un grito para alentar a los reticentes clientes a abandonar la sala, como: We have your money now, so fuck off!!! Todo un clásico…
Entonces el club venía de muchos años de tradición pura del rock y por supuesto todo el mundo allí estaba acostumbrado a ello. Aunque a mí se me había encomendado la misión de avanzar en el terreno musical y dejar atrás el rancio movimiento rockero, para dar lugar a las nuevas tendencias de la musica dance, el personal se resistía y yo atendía múltiples peticiones de clásicos del rock e incluso heavy, como Metallica, Def Leppard, ACDC etc, que yo accedía con respeto pero sin demasiada alegría.
Steve era un consabido rockero-heavy y a cambio de su protección y beneplácito en muchas ocasiones de privilegio, yo le acostumbraba a regalar alguno de sus temas favoritos.
Así, en la vorágine grunge de Nirvana, The Black Crows, Red Hot Chilli Peppers o Janes Adiction yo iba introduciendo temas como el famoso The Power, de Snap y poco a poco iba avanzando en mi ruidosa y a veces truculenta misión, que éxitosamente cumplí tras dos años de educación electrónica avanzada.
Un buen día un colega me llamó para contarme que había visto mi nombre el los créditos del nuevo álbum de Def Leppard y aunque estaba acostumbrado a ver a Joe Elliot beber Don Perignon en las sucesivas fiestas que allí celebraban, él no se había acercado nunca a saludar o no me lo habían presentado, así que no entendí el porqué de esa mención, aunque el mero hecho de ser el dj del Pink, ya podía ser una explicación por la posible covertura que eso podía suponer.
Me dirigí a Virgin Records y aunque compraba discos a menudo para usarlos en la cabina, no disponía de suficientes recursos y nunca había contemplado adquirir discos de Def Leppard y así, busqué el vinilo en cuestión, ya que aún andabamos en 1991 y los cd aun no habian salido y saqué de la portada el álbum para llevarme la portada interior en mi regazo sin dar el cante.
Y ahí, entre cientos de alusiones a personajes, fans y profesionales de la música, estaba mi nombre seguido de el de Steve. Me alegró, pero lo consideré una coincidencia, ya que nunca me hubiese dado cuenta de ello de no ser por el amigo que pacientemente leyó la interminable lista de agradecimentos y me lo sopló. Más tarde me lo confirmaba Steve, que me dió créditos como buen dj de rock ya que era verdad que una buena parte de la noche satisfacía las borracheras de los presentes con temazos clásicos e intachables de la historia del rock mundial.
Un alivio este tipo de detalles, ya que en una ocasión anterior, aparecían los nombres de muchos menos el mío, aunque lo mereciera más que nadie y eso no hacía justicia.
Ahora quedaba poner mi nombre entre los autores de la música de un nuevo proyecto que estaba por llegar.
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